Lo que aprendí al pagar 180€ por una asesoría sobre newsletters
Llevo un mes publicando en Substack y destapándome en Instagram y Youtube. Me ha dado por reflexionar sobre el control y la incertidumbre, dos temones.
El control, ¡cómo seduce!
Antes de empezar a escribir newsletters, no tenía ni idea de como funcionaba nada de esto: ¿Qué es mejor MailerLite o Substack?, ¿qué valor aporto?, ¿a quién me quiero dirigir?
Se supone que las respuestas a estas preguntas deberían estar claras, pero lo cierto es que algunas singuen en blanco.
Cuando rumiaba sobre la idea de “hacerme visible” en este vasto mundo de lo digital, aparecía la ansiedad. Notaba la incertidumbre de no tener ni idea de cómo o por dónde empezar y el miedo anticipando el fracaso.
Lo que pasó
Apareció la necesidad de controlar, de poner a ralla a la pandilla chunga (ansiedad, incertidumbre, miedo). El Control era mi salvador: venía vestido con una capa dorada, con la C bien grande en el pecho y una estela de luz radiaba de su ser.
Parecía que si me arrimaba a su vera, las cosas saldrían mejor y me dejé llevar por lo que me decía.
¿Y a donde me llevó Hugh Jackman el Control?
A contratar una asesoría con una persona experta en newsletters a 180€ la hora. ¡Atención! Experta, lo es; tiene una mirada estratégica de cómo crear textos que enganchen, que flipas.
Todo parecía indicar que esta persona me sabría decir qué hacer para no fracasar y tenerlo todo bajo control. Por lo tanto, tenía todo el sentido del mundo contratarla.
Me estaba comportando en coherencia con una super regla que aparece muy a menudo en mi vida: “Tu no tienes ni idea, busca lo seguro”.
¡Ojo! Que estoy muy a favor de buscar asesoramiento experto para poder tomar decisiones bien informadas. Pero la cuestión que quiero resaltar aquí es: ¿Tomas una decisión guiada por controlar a la pandilla chunga (ansiedad, incertidumbre, miedo) o la tomas guiada por lo que tu valoras?
Las opciones
Algunas de las conclusiones a las que llegó la persona experta:
“Tus newsletters son demasiado reflexivas”.
“Tienen que ser más directas. Por ejemplo: Tres trucos para eliminar la ansiedad".
Pero aquí se planteaba el dilema: a mi me gusta tratar a las personas como individuos inteligentes y capaces. Y todo este rollo de los “trucos” y los “consejos” para eliminar X o Y en psicología, me huele a clickbait.
Entonces, tenía dos opciones:
A. Aplicar las instrucciones que me daba la persona experta: Así, el miedo y la incertidumbre de fracasar quizás desaparecerían. Pero esto significaba alejarme de lo que le da sentido a mi negocio digital: la creatividad, la diversión, la honestidad.
B. Moverme hacia lo incierto: Hacer lo que tenía sentido para mí, aunque la ansiedad, el miedo y la incertidumbre seguían presentes, quizás más que antes del asesoramiento.
Lo que realmente importa
Seguir las instrucciones que me daba la persona experta, implicaba dar la espalda a lo más importante de todo: el sentido que tiene para mí escribir estas newsletters, tener estas conversaciones contigo a través de tu bandeja de entrada.
Encontrar personas como tú que, casi como si fuera un acto de rebeldía, dedican un rato a leer, reflexionar y querer mejorar.
La regla olvidaba la diversión, la creatividad, el compromiso y las ganas de difundir contenido de calidad, basado en la evidencia y con cariño.
Y volviendo al clickbait del asunto: "Lo qué al pagar 180 euros por un asesoramiento en newsletters”:
Confirmé que las acciones guiadas por valores necesariamente comportan incertidumbre y miedo. Y que cuando nos dejamos llevar por la urgencia de resolver algo o eliminar el miedo, nos alejamos de nuestros valores, de lo que da sentido a nuestras acciones.
No tengo ni idea de cuántas personas me leeréis: ¿1? ¿10? ¿100? Espero que muchas, pero la realidad es que no puedo resolver la duda, no puedo encontrar ninguna garantía de que esto saldrá bien. Sólo puedo hacer lo que está en mi mano: seguir escribiendo para ti y para mi, desde esa parte de mi que lo disfruta.
Lo que sí sé es todo lo que estoy aprendiendo por el camino, las personas que estoy conociendo y lo que disfruto escribiendo estas palabras.
Merece la pena que aparezca la pandilla chunga de vez en cuando.
Que te propongo: preguntas valiosas
1. ¿Que valores guían tus acciones?: Al final del día, cuando repasas lo que has hecho, si pudieras elegir un sólo momento que te representase, como esa persona que quieres ser; ¿cuál sería?, ¿qué te ves haciendo ahí? y, lo más importante, ¿cómo estás haciéndolo? ¿Podrías llevar esa cualidad a alguna otra acción de tu día a día?
P.ej: Para mi es importante que Riki (mi pareja) sepa que le valoro. Puedo escuchar lo que me explica mientras hago estiramientos en la colchoneta y tenemos a Broncano puesto en la TV. Parece lo normal, porque estamos cansados, los críos por fin duermen y es un rato de poner el piloto automático. O puedo parar, bajar el volumen y escuchar cómo le ha ido el día, preguntarle, mirarle... Para mi, eso está en la línea de ser una pareja que valora a su compañero.
2. ¿Cómo manejas la incertidumbre y el miedo?: Piensa en aquellos momentos en los que has sido esclavo/a del miedo y has dejado que él tomara las decisiones por ti. Cómo habría sido actuar guiado por lo que te importa y no por el miedo...
Me gustaría saber tus respuestas, realmente.
Si te ha gustado, suscríbete para que nos sigamos la pista :)
Un abrazo :)
Mireia
El marketing y la autenticidad suelen estar reñidos. Es muy probable que la «persona experta» que te aconsejó tenga razón: lo que suele funcionar en internet es la solución fácil, el texto breve, la respuesta clara, el titular sorprendente, la imagen impactante.
Nos guste o no, solo una minoría de personas se toman la molestia de leer un texto de 800, 1000 o 1500 palabras, sobre todo si no está estructurado de manera que llame la atención y provoque cierta curiosidad. La reflexión pausada, la lectura atenta, la atención delicada están desapareciendo, o quizá siempre han sido exiguas, porque vivimos en una sociedad que busca respuestas y satisfacciones urgentes.
Si te sirve como ejemplo, cuando hace unas semanas lancé la opción de pago por suscripción a mi newsletter, un par de «personas expertas» me dieron unos consejos por privado: busca un nicho concreto, usa epígrafes en tus textos —porque son muy largos—, añade imágenes, redacta títulos más atractivos… Soy consciente de que el tipo de textos que escribo son minoritarios y poco atractivos para ese «gran público», pero son, precisamente, lo que quiero escribir. Buscar una forma alternativa de crear estas cartas para hacerlas más sugestivas sería una traición a mi manera de entender la escritura y un engaño para los que me leen.
Bravo por ti. Demasiados gurús hay ya, si siempre les hiciéramos caso todos acabaríamos haciendo lo mismo.