La vulnerabilidad es un superpoder
Sobre como la vulnerabilidad te señala un camino de valor
Hace unos días hablábamos con una paciente, la llamaremos Lídia, sobre la confianza en los demás; me explicaba que muy a menudo se siente extraña con la gente y le cuesta conectar con otros.
Lídia, a lo largo de su vida, ha ido estableciendo reglas respecto como es el mundo y qué hacer ante eso: “la mayoría de la gente no es de fiar”, “la gente es imbécil”, “yo es que prefiero quedarme en casa y hacer otras cosas”, etc.
Mi paciente tiende a querer tener las cosas bajo control; algo que le es útil en el trabajo -hasta cierto punto- pero…
🎭 ¿Qué pasa con las relaciones humanas?
Las relaciones humanas son inherentemente inciertas. Por mucho que te empeñes, nunca sabes exactamente qué piensa el otro de ti y tampoco tienes ninguna garantía de en qué va a resultar esa relación.
Y aquí es donde Lídia sufre, porque aunque anhela sentirse conectada al mundo (pareja, amistades, proyectos profesionales…), lo que hace ante la idea de que los demás puedan hacerle daño, no la ayuda a lograr lo que desea.
¿Qué haces tú cuando sientes ese nudo en el estómago, ese temblor en la voz o notas ese pensamiento chungo sobre ti mismo/a?
De verdad, piénsalo.
Nos han enseñado a evitar estas sensaciones, a ver la vulnerabilidad como algo que es señal de inferioridad, debilidad o duda. Sin embargo, la vulnerabilidad es la flecha en el GPS que indica que el camino está por ahí y pelearse con ella es como caminar de espaldas a tus valores.
💦 ¿Como te metes en la piscina?
Para bañarte en una piscina, puedes bajar por la escalera o saltar desde el borde, da igual. Pero lo que tienes que hacer en ambos casos es lo mismo: meterte y, consecuentemente, zambullirte.
Lídia me decía que podría “abrirse más” con los demás si supiera que puede confiar en ellos, que valen la pena.
Decir eso es lo mismo que decir que estás dispuesto a meterte en la piscina pero sin mojarte la cabeza y nadando de perrito. No sé si lo has intentado pero yo sí y es difícil disfrutar del baño, porque estás más preocupado/a de no mojarte que de nadar. Algo bastante paradójico porque estás en una maldita piscina llena de agua.
Estar dispuesto a notar la vulnerabilidad en situaciones que nos asustan y que son valiosas para nosotros es como "saltar a la piscina para zambullirte sin saber muy bien si el agua estará fría o caliente" y precisamente por eso es un camino de valor.
🧭 La vulnerabilidad como brújula
La vulnerabilidad aparece cuando te expones en áreas que tocan tus valores, porque es donde está en juego algo que para ti es nuclear, los Big Ones de la identidad (tema en el que Bárbara Gil es una maestra abordándolo).
Los Big Ones son contenidos (un conglomerado de pensamientos + emociones + sensaciones) sobre uno mismo que se generaron al final de la infancia y durante la adolescencia. Son contenidos antiguos, abstractos y generalistas y aparecen en oposición a tus valores.
Y como no podría ser de otra forma, cuando algo te pone en contacto con ellos, duele. Duele porque uno/a se arriesga a confirmar que sus mayores miedos, aquellos que gobiernan los modos de funcionar que más le limitan y de los que mas quiere escapar, quizás son ciertos.
Pero, ¿y si al otro lado de ese miedo, está tu camino de valor?
Los Big ones, aquello que te hace más vulnerable, y los valores; son las dos caras de una misma moneda. Date cuenta de que en esas situaciones donde la vulnerabilidad ha estado presente, estaban precisamente conectadas con lo que más valoras, con algo que quieres proteger o anhelas alcanzar: una relación importante, un proyecto significativo...
⚔️ Nadar con una armadura
La respuesta habitual ante tus Big Ones es protegerte y eso adquiere muchas formas, aunque todas con el mismo carácter de impulsividad. Lo que yo más veo en consulta suele ser dar razones y explicaciones, culpar al entorno, llenar los huecos de tiempo con millones de actividades, ________ (rellena el hueco con las tuyas).
Volvamos al caso de Lídia.
Lídia tiene la cena de Navidad de la empresa en unos días. Lo que me explicaba en sesión es que “le daba mucha pereza” porque “las conversaciones son fútiles y banales”, que ella prefiere estar con su familia “en casa, tranquila”.
Es un mensaje súper coherente con sus reglas sobre el mundo1, pero parte de mi trabajo es ayudarte a que te des cuenta de cómo una cosa va encadenada con la otra y a donde te lleva esa cadena. Así que fuimos poniendo perspectiva y siguiendo la cadena.
Lídia tiene curiosidad por ir a la cena, le gustaría saber qué pasaría si fuera, además hay algunas personas que le caen bien y con las que le gustaría estar.
Pero el hecho de acudir y contemplar el escenario de “no saber qué decir”, “sentirme fuera de lugar”, “que no me dirijan la palabra”; implicaría que ciertos pensamientos sobre ella misma, que son muy dolorosos y que llevan con ella desde hace mucho tiempo, quizás son ciertos: soy una persona aburrida y no caigo bien a los demás, por eso no tengo amigos y estoy sola.
Y ante esa posibilidad, Lídia prefiere no ir y se pone su armadura en forma de darse razones y explicaciones de porqué es mejor no ir.
La consecuencia es que cada vez que Lídia escapa de esos pensamientos sobre ella misma, refuerza toda la red de contenidos sobre quién es ella y de cómo es el mundo, porque no hay opción de practicar algo nuevo (recuerda que toda conducta se puede aprender).
Cada vez que intenta meterse en la piscina con la armadura, le va fatal, porque con armadura no hay forma de nadar.
¿Te sientes identificado/a en algo con Lídia?
🌱 Qué te propongo: Mira ahí.
Te lanzo unas preguntas para que puedas poner la mirada ahí donde te incomoda lo que sientes, porque ahí está tu vulnerabilidad y ahí está la señal de que hay algo de valor.
Si hubiera un pensamiento, algo que no te gustaría que ocurriera o algo a lo que tienes que dar explicación, que es el jefe de todos tus pensamientos, ese con el que cuando llega te enredas, y quedas esclavo de él.
¿Cuál sería ese pensamiento?
¿Cuánto tiempo lleva aquí contigo?
Y ¿Que te invita a hacer?
Un abrazo 💙
Te lo describía al principio pero te lo recuerdo: Lídia, a lo largo de su vida, ha ido estableciendo reglas respecto como es el mundo y qué hacer ante eso: “la mayoría de la gente no es de fiar”, “la gente es imbécil”, “yo es que prefiero quedarme en casa y hacer otras cosas”, etc.
Me habría gustado una explicación más en detalle de los Big Ones, porque es una de esas cosas contextualistas de ACT que me suenan raro, aunque ahora que me estoy metiendo más en RFT, un poco menos. Pero gran artículo sin duda.
Sí! es verdad, cada interacción, lectura o situación desconocida es una oportunidad para ampliar perspectiva, cuestionar creencias y aprender algo. En la incomodidad de lo nuevo está el potencial para evolucionar cuál pokemon.Ojalá Lidia se atreva a mostrarse vulnerable. :)